viernes, 5 de septiembre de 2008

Salamanca de la luz y de las sombras

Salamanca está tendida en medio de un valle rubio encendido. En verano, cuando las hordas de estudiantes han emigrado en una diáspora mundial que dura un par de meses, la ciudad respira un sosiego pueblerino al calor de un sol penetrante. Con todo, por la noche corre un viento fresco por calles que son vericuetos medievales extraviados en los siglos: la geografía accidentada de sus caminos centrales adopta giros imprevisibles que rompen la lógica citadina; las catedrales, las plazas se alzan desafiando la inercia de la vulgarización moderna. Salamanca no se distingue precisamente por estar a la vanguardia en lo que respecta al desarrollo industrial o comercial. Dicho de mejor manera: los principales ingresos de la ciudad provienen de la industria de la educación, de las hordas de estudiantes que acuden a su tutela, de la fama legendaria de sus universidades. Y no es para menos, basta husmear un poco en los recintos de la Salmantina o de la Ponti, para admirar el boato con que se lleva la cotidianidad académica, los nombres de antiguos doctorandos grabados con sangre de toro sobre la piedra de Villamayor, las aulas protocolarias donde alguna vez dictaron clase Cervantes y Unamuno, la tierna biblioteca de “la cuarta universidad más antigua de Europa (la más de España)” -detalle que no dejarán de recordarte- con volúmenes que parecen desplomarse la menor conato de estornudo. Por estos pasillos penaba Antonio de Nebrija, responsable de concebir la primera gramática de la lengua castellana. Pero seamos más precisos: cierto es que los estudiantes son el negocio fuerte, pero no sólo por las universidades, sino también por la otra cara de la moneda, la institución que hace de complemento de la universidad en el tiempo y en el espacio: el bar. Es posible estar una noche entera mudando de bar después de un trago sin recorrer más de veinte metros entre uno y otro y sin siquiera aproximarse a finiquitar los de la zona. Áhi -verás. Una combinación próspera, creo: los andadores bohemios, la buena mesa, el soplo frío que te recuerda la inconmensurabilidad del universo y el bar de la esquina, que te acoge después de una sangrienta sesión de filología hispánica. Por lo demás, los salmantinos conviven cotidianamente con mitos gordos de la literatura universal que moran en las calles como fantasmas: las orillas del Tormes donde Lazarillo inició su vida de fortunas y adversidades; la cueva que dio nombre al entremés cervantino y en cuyas profundidades, cuenta la leyenda, impartió doctrina nigromántica el mismo demonio (he aquí la ciudad de las cátedras); el huerto que acogió los tactos fatales entre Calisto y Melibea, bajo un cielo de luces y sombras, como éste.

sábado, 21 de junio de 2008

Porto

Aguas del Duero

Ribera

sábado, 7 de junio de 2008

Praga y las (auto)excusas

En términos técnicos, no mentí cuando dije que este blog sería actualizado con más regularidad: realmente lo creía. Hace unas 42 horas y media entregué un dispositivo semiótico-material diseñado para ser fetiche de una plataforma de evaluación de lo invaluable: la evaluación de los desvíos, de los puntos de fuga vitales que suelen suceder en un proceso de investigación hecho con las tripas. Lo que más relevancia tiene en dichos casos es aquello de lo que no se puede hablar, de lo que es mejor quedarse callado (Wittgenstein dixit). Ese fetiche se conoce popularmente como Módulo 4 (M4, de cariño), y monopolizó mi vida durante las últimas dos semanas. En las horas subsiguientes a la entrega me dediqué a beber cerveza y posteriormente a dormir. Luego terminé de revisar un par de textos cuya entrega se había demorado más de lo tolerable e, inmediatamente después –justo ahorita-, me puse a escribir algo, cualquier cosa, para guardar la palabra dada que seguramente nomás me importa a mí. Pero no importa que sólo me importe a mí o, mejor, eso es lo importante.
…De modo que aquel día salimos de la estación Hauptbahnhof rumbo a Chequia. Yo sé que esto tiene mucho de lugar común, pero Praga es además un viaje en el tiempo. En esta ciudad se conjugan los pasados con los presentes y con el futuro incipiente que, por desgracia y desde mis particulares ojos, es la estación menos meritoria. De cualquier modo, esa mágica desorientación temporal camina contigo a todas partes, como si además de haberte desplazado geográficamente hubieras también cruzado algunas fronteras del tiempo. En un lapso menos a media cuadra pueden observarse construcciones de mundos distantes –casas iglesias palacios medievales renacentistas góticos modernistas-, alimentándose del mismo sol, del mismo viento helado. Praga es el collage arquitectónico de una mente extravagante y nostálgica ¿La mente histórica?
Mucha gente me habló de esta ciudad mítica. Karla, compañera entrañable de viajes y canciones, la desplegó con unas palabras dulces y lúgubres como si contuvieran la ciudad misma. En todo caso, Praga es el escenario de un cuento medieval habitado por personajes variopintos en vestuarios de turistas en busca de asombros. Praga y sus hordas de guiris, su reloj coleccionista de siglos, sus callejuelas en penumbra, su fantasma de Kafka, su anacrónico barrio judío, su cerveza exquisitamente espesa y al tiempo, su mercantilización del teatro negro, su vendimia de conciertos barrocos, sus recovecos inesperados, su efervescencia artística, sus tabernas en el subsuelo, su renegada herencia comunista, su primavera en invierno, sus suvenires de plástico, su rostro siniestro, su puente Carlos como franja de pasos incesantes, sus músicos extraviados, su Stare Mesto, sus múltiples heridas de guerras incontables, su becherovka, su llovizna gélida, su lobreguez nostálgica que recubre la ciudad como un fantasma aciago. Esta sombría comadreja atrapa como un hoyo negro existencial. Dan ganas de quedarse por siempre a recorrer sus pasajes una y otra vez, a padecer las extravagantes tardes como agujas clavadas en la pupila, a morir un día nevado bajo las aguas del Moldava. Praga es dolorosamente hermosa. Praga no te suelta. Esta madrecita tiene garras, le escribió Kafka a Oskar Pollak en una carta. Digna de ser soñada, de ser añorada en todos sus claroscuros, con todo el melodramatismo que ahora me cargo, me cae.

sábado, 26 de abril de 2008

Galeano y las ventanas

Con Ernesto y Fidel

-Es como saludar a un viejo amigo -le dije, mientras estrechábamos manos. Una breve sonrisa de sabio colmilludo le surcó el rostro, como rumiando para sus adentros: “otro más de este lado”. Me presenté y algo hablamos sobre mi nombre. Luego firmó el libro y posó para la foto: todo el ritual semiótico-digital de encuentro con un gurú de la era post-modernamente enloquecida, de los mundos al revés.

-A nosotros nos gusta acompañar las palabras con cuerdas y cueros tensados -expliqué, mientras le extendía Luz en las Ventanas. Ese nosotros escondía un revoltijo de andaduras, canciones y palabras compartidas donde él mismo había participado desde la distancia.

-¡Un regalo! -clavó sus ojos en los colores de la superficie. Agradeció el disco con humildad de campesino que recoge lo que ha brotado de la tierra.

Charlamos sobre México, sobre los dolores que le habían confinado al reposo durante todo el año anterior, sobre su reciente y feliz retorno a los senderos. Cuando me alejé, un remolino de personas empezaba formarse en torno suyo, en las manos cargaban libros como pequeñas bestias que iban a ser signadas.

domingo, 13 de abril de 2008

Berlín Bajo los Tilos / Berlin Unter den Linden

Berlín es una ciudad con el rostro surcado por múltiples cicatrices. Andarla, intercambiar las (muy) pocas palabras que se pueden con quienes la han habitado, con quienes la han visto desvanecerse y re-incorporarse, basta para saber que la Historia le ha curtido el cuero y le ha dejado un complejo mapa de suturas. Cuando menos, es escalofriante pararte en una urbe donde se concentran tantas huellas del devenir mundial. Esos arcanos del pasado que contribuyeron a dar forma a la civilización contemporánea, y que hasta ahora sólo había encontrado en las páginas de los libros de historia universal, en las enciclopedias, en los filmes históricos, en vetustas fotos en blanco y negro que recogían la memoria de tiempos pavorosos y extraordinarios.
Un escozor te escala las piernas cuando cruzas la Bebelplatz, el escenario de la legendaria quema de libros durante el régimen Nazi. Las dos Berlín –la del Este y la del Oeste-, con la conciencia aún viva de cuándo estás de un lado y cuándo del otro; los rastros del punto donde se tocaban los dos mundos antagonistas, apenas diferenciados por un muro cuyos vestigios sugieren una fragilidad inofensiva. El fantasma lúgubre de las grandes guerras, la llaga punzante del Holocausto. Aquí la casa de Bertolt Brecht, en aquella esquina el café donde Adolf Hitler paraba todas las mañanas.
Con todo, Berlín impone. No sólo por los grandes palacios y el aire majestuoso heredado del sacrísimo imperio germánico –un esplendor reconstruido desde las cenizas de los bombardeos-, sino también por su organizada estructura, por su fría y calculadora forma de funcionar. Todo a tiempo. Cada cosa en su lugar. Un engranaje que traslada a la dinámica citadina la buena fama de la tecnología alemana. Para un mexicano de mi calaña es inverosímil constatar que no hay control alguno para usar el transporte público (metro, chámion, tren, lo que sea), los accesos están abiertos sin ningún tipo de regulación; se confía en que cada cual pagará la cuota que le corresponde –claro, si tienes la mala suerte de que pase por ahí un supervisor y no tengas a la mano el comprobante correspondiente, no te quiero contar la multa que te espera-.
El clima cultural también apabulla. Aura cosmopolita. Museos surtiditos y bien provistos. Músicas. Esculturas. Vastas bibliotecas. Amplios edificios ocupados (tomados) por artistas y bohemios con sensibilidad de metrópoli esquizofrénica. La sabia tradición de permitir que la gente beba en paz por la calle. La despierta vida nocturna que desvela a la ciudad, las luces que se multiplican a lo largo de la superficie del Spree.

viernes, 11 de abril de 2008

Cap de Creus

*
Aquí habitó el mar / Aquí se alojó como una sábana inquieta y densa / escondió sus joyas / estableció el Reino de sus Profundidades/ decretó salobre silencio / Aquí el mar fundó sus privadas habitaciones / se hospedó con todos sus seres multiformes / Justo aquí / debajo de este pie / el mar anidó… apenas ayer / En esta roca /esta cumbre / este castillo de piedra marina y alga terrestre / este desierto pleno de recuerdos acuosos / este paraje donde se han cosechado todos los estados de la materia / Hay regados por todas partes rastros y cicatrices / Es posible imaginar que manan peces de la piedra que corona la montaña /
*
El mar trazó la gramática de este cerro con su puño y letra / le heredó su hidrografía / el cauce hondo e iracundo de sus corrientes que hora es transitado por el viento / Mediterráneo es el perímetro / el contorno son las aguas que hace poco le inundaron / Este pedazo de tierra permanece seco y firme como una palabra / como una palabra al fin pronunciado por ese mar que sigue rumiando sus adentros al costado / Las piedras son también palabras / y letras / y sílabas / En este terreno el mar ha escrito su novela / la ha brotado a superficie para que se lea / para que se ande / y se sepa la historia de
su infinito devenir /

viernes, 7 de marzo de 2008

Unipolicial, Multicapital




La historia de las incursiones policiales y militares en las universidades es siempre escabrosa. De todos los enfrentamientos absurdos, el de los estudiantes contra la fuerzas de seguridad del Estado resulta especialmente escalofriante si ponemos atención a los papeles socioculturales que se adjudican a la figura estudiantil y a “las fuerzas del orden”. Cuando se enfrentan universitarios y policías, cuando se vuelve posible entrar a fuerza de golpes en las aulas y echar del recinto educativo -con el argumento de las macanas- a quienes lo construyen y habitan, entonces es evidente que algo no anda bien, que algo se está pudriendo en el centro y que la peste empieza a llegar a las alrededores. Como estudiantes, profesores y universitarios, como ciudadanos que confían en la educación como cauce de desarrollo y transformación social, es aterrador presenciar la irrupción de la amenaza violenta en el ámbito de la palabra. Una sociedad que ataca y reprime sus espacios de pensamiento y creación es una sociedad descompuesta.
En mi travesía universitaria, nunca me había tocado estar tan cerca de la zona de guerra. El pasado miércoles 5 de marzo, un grupo de policías antimotines irrumpieron en la Facultad de Filosofía y letras de la UAB para desalojar con lujo de violencia a un grupo de estudiantes que se manifestaba en contra del Plan Bolonya –una reforma educativa que tiende a la privatización de la Educación Pública. A partir de dicha intervención, la respuesta universitaria ha crecido y ha ganado vigor en su lucha. Evidentemente, hay un cerco informativo que desprecia este proceso. He aquí algunos nichos de resistencia:








domingo, 24 de febrero de 2008

Aquí nadie se va a ningún lugar: reacción impulsiva a la barbarie mediática

Llueve otra vez. Una lluvia terca y una niebla densa cubren las montañas que el tren debe cruzar para llevarme a la Universidad. Llueve también detrás de mis frontales. En vez de ser miércoles en mi cabeza, es sólo la in-certeza. Ayer se supo que Fidel había dimitido a su posibilidad de reelección como presidente del consejo de estado y comandante en jefe. Es como si recibiera una noticia de un viejo pariente, de una sombra gorda de mi pasado. Ahora que estoy lejos de casa, Cuba se intuye como una parte de esa casa, como un espacio habitado por íntimos fantasmas. Quizá este asunto me toca en lo hondo por los múltiples vínculos que me enlazan a Cuba y a su Revolución. La primera vez que visité la isla llegué con 20 años bien dispuestos para desbaratar el mundo, para iniciar de nuevo la revuelta, para nutrirme de las consignas de los mártires y de los sacrificios del pueblo. Cuba me desbordó con su algarabía y su misterio y su creatividad y su ambivalencia y su riqueza y su pobreza y su complejidad. Cuando regresé casi 10 años más tarde, hecho otro, las enseñanzas fueron aún más complejas y más abundantes en fantasía y en madurez. Pero Cuba no es sólo los amigos que hice ahí, los proyectos que desarrollé. Desde siempre, Cuba ha envuelto mi cuna. He crecido con su historia, su ejemplo político, su música, su literatura, su cultura… su Revolución en mi casa, en mi recámara.

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Desde su debut, la noticia ha sido la estrella mediática. Se ha liberado una palabrería copiosa que pretende desvelar los justos futuros de la pobrecita gente cubana, que pretende augurar y celebrar un devenir mejor, un “progreso político” para la isla. Pero, ¿con cuánta bruma en la boca somos capaces de articular la palabra libertad? ¿Con qué liviandad hacemos bromas del tipo “Fidel colgó las botas” o enunciamos frases como “Los cubanos se liberan del comandante” y “Estados Unidos ayudará a los cubanos a obtener las bendiciones de la libertad”? ¿Con cuánta ignorancia, con cuánta indiferencia histórica juzgamos a un pueblo y a un líder político que han resistido los embates del hoyo negro capitalista? Se necesita mucho olvido, copiosos atascones de discurso mediático baratamente parcial. Quiero decir, que lo que indigna en todo caso es la liviandad, la prontitud bruta con la que estamos dispuestos a juzgar, la acrítica mirada que nos conduce a las posturas fáciles y ramplonas. Esta actitud insulsa y superficial es quizá el olvido de una utopía, es la renuncia a un sueño. Este cinismo histórico no sólo tiene como blanco a la Revolución cubana, sino a toda una idea del mundo, a un anhelo con el que fuimos nutridos muchos de mi generación, con el que nos amamantaron y nos criaron y que, además, costó la vida y la sangre de muchas y muchos en innumerables latitudes.

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No pretendo con estas palabras arrebatadas defender nada, ni criticar las críticas, ni redimir a nadie -al menos por ahora-. Sólo me parece que hay mucho de petulancia cuando juzgamos de un sopetón algo que es muy complejo, muy largo, muy grande y muy discutible. Estos no son vítores acríticos a la gloria de ningún modelo o figura. Pero en cualquier caso, Cuba pone una gran cuestión sobre la mesa de discusión del mundo: la idea encarnada de que hay otras formas de vivir en sociedad, de que hay otra maneras de organizarnos, de concebir la cultura, la educación, la dignidad, las relaciones, el dinero. Podemos debatir ampliamente si estas concepciones nos gustan o no, o si se adecúan a los contextos particulares de cada región, pero en definitiva rompen la ilusión de que las cosas sólo pueden ser como son en las sociedades capitalistas post-industriales mega-consumistas hiper-liberales e individualistas que nos acaparan todos los horizontes de visión. Más que en cualquier consigan política, la radicalidad del ejemplo cubano consiste en demostrar que las cosas pueden hacerse de otra manera y que por ello el mundo no se acabará, y en elaborar semejante experimento de autonomía y autoconstrucción al ladito del gran monstruo de la normalización y la coerción. Pero henos aquí en la prensa, dando brincos, cobijados con mantas que unen las banderas cubana y estadounidense ¿En qué mundo vivimos para que dicho olvido emerga con tanta facilidad? ¿Será que el mundo no es capaz ya de imaginar otras formas de vivir, ajenas a la especulación bancaria, a los McDonalds, a la propiedad privada de todo lo que sustenta lo colectivo, al estado disminuido de capacidades y responsabilidades? ¿Será que ahora nos cuesta concebir un estado que eduque, un sistema de salud hecho desde todas y para todas las personas? ¿Es que nos parece tan absurdo el intercambio de bienes al márgen del libre mercado? ¿Es que no podemos intuir que para defender la diferencia haya que hacer uso de estrategias políticas diferentes a las de las “democracias occidentales modernas” que, dicho sea de paso, sólo han podido demostrar su fracaso en la gestión de los asuntos colectivos más básicos como la salud y la educación?

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¿Será que Cuba está sola en su sueño, que se nos acabó la posibilidad de imaginar una Cuba en el mundo? Desde donde hablo, debo decir que llevo la carne utópica cubana en las entrañas y que está presta para usarse como cobija y como herramienta y como arma. Sé que la revolución no se hará ya de la misma forma, ya no consistirá en combatir desde la sierra y en ganar terreno andando y disparando. El mundo que enfrentamos ahora es diferente y el enemigo también. Por consiguiente, la táctica y la estrategia también deberán ser radicalmente diferentes. Como reza la canción, la vida nueva es como un verso al revés, como amor por descifrar, como un dios en edad de jugar. Pero el árbol se conoce por sus frutos y por su capacidad de adaptarse a las ácidas condiciones del nuevo entorno, a pesar del cinismo decadente de la imposibilidad soñadora.

viernes, 15 de febrero de 2008

Carta a mi familia

Escribir por metro cuadrado. Jugar al texto con cronómetro. Los encargos escolares nos trajeron, a unos aguerridos compañeros y a yo, con el agua hasta el cuello por algunas semanas. Lectura monotemática. Escritura monolítica. Fechas. Dientes. Bibliotecas. Ojeras. Agenda. Sueños. Sinónimos. Extrañaba sentarme como ahora a escribir sin ton ni son. Sin algoritmo argumental mínimamente convincente. Sin fecha de cierre para la entrega. Hacer de cronista, sin embargo, me ha costado más de lo que esperaba. A lo mejor porque, como pasa cuando cambias de idioma, la ranura entre los nuevos y los viejos lenguajes te va dejando mudo. El caso es que no sé como ordenar las palabas para no soltar malcriadamente una romería de desparpajos histriónicos. Uno realmente quiere contar por dónde anda, pero no es tan grato cuando la mayoría de las aventuras, si es que alguna y por ahora, involucran horas-nalga. Paradoja ubicua: el exprimidor de palabras de reciente adquisición nos ha costado la solvencia comunicativa. Por fortuna, hay unos que tienen la gracia de hablar por ellos con palabras de todos. Y hay también la fortuna de tenerlos cerca. La carta que reproduzco a continuación pudo, de alguna forma, ser escrita por cualquiera de las/os compañeras/os porque narra un núcleo de sentires comunes y cotidianos para quienes nos tocó esto. De otra forma, la carta sólo pudo haber sido escrita por quien la escribió, Fernando Zarco con el ingenio corrosivo y certero que aún en tiempos de maremoto atinaba a todos su blancos. Ahí va pué. De aquí pallá.


Barcelona, España. Enero de 2008.
Querida familia:

Les escribo hasta ahora porque había estado muy ocupado, entre los procesos de integración1 que he tenido que afrontar en pos de una adaptación al medio en el que actualmente me desenvuelvo. Cabe mencionar que esto ha implicado una resignificación en mi subjetividad2 y, por supuesto en los vínculos con los otros – y con los Otros-, ya sean reales o ficticios. Afortunadamente ya se inventó la performatividad3, así que ya no me sabe tan mal cambiar a mis anchas.
Parte de este proceso tiene mucho que ver con mi filogénesis, así que, aunque no hemos estado físicamente juntos, no puedo negar que mi construcción intersubjetiva está enmarcada en un contexto histórico-político-social
456, lo cual los involucra a ustedes, a mis antiguos amigos y a mi país entero.
Me parece que estoy logrando adaptarme, dado que mi afectividad
7 se ha visto favorecida con el enriquecimiento de múltiples lazos íntimos que me permite fortalecer una reflexión constante de autocrítica tanto epistemológica como ontológica8.
Dicen mis amig@s
9 que estoy cambiando en mi forma de hablar, la verdad es que yo no me he enterado, a ver, sí que me siento diferente, pero yo es que hablo igual, que no me jodan.
El máster en psicología social muy bien, estoy aprendiendo a escribir correctamente y a redactar una idea de diez palabras en siete mil o diez mil. También he aprendido a producir ideas en serie, atraparlas, encapsularlas, escribirlas, rotularlas y, a veces al instante siguiente, desecharlas. Dicen que esto es cada véz más útil en estos tiempos
10, lo bueno que existe tecnología para hacer las cosas más rápido y más veces, para así poder luego hacer más cosas, cada vez más rápido y más veces, y así sucesivamente... todo ello gracias a que ya estamos en la posmodernidad11, ¡qué bueno!
La investigación que estoy haciendo me gusta mucho. Es sobre minorías raciales
12. Es un tema muy guay y que además está de moda. Además es muy útil para ayudar a la pobre gente que no se puede adaptar fácilmente a la sociedad porque habla un dialecto desconocido o porque no sabe cómo usar las cosas que hay aquí porque vienen de países subdesarrollados13.
En lo que respecta a España, es un país muy bonito. Los españoles son gente muy devota, yo diría que incluso místicos, casi en todos lados ven la ostia. Además son gente muy sana y de muy buena digestión porque de todo se están cagando. Les gustan mucho los animales, por todas partes tienen dibujos de toros, pero aquí en Barcelona son tan inclusivos que también utilizan imágenes de burros. También son muy generosos, en donde quiera hay anuncios haciendo publicidad de la ayuda que dan a países del tercer mundo
14.
Por otro lado, me he dado cuenta de que tenía muchas ideas equivocadas de este país, por ejemplo, los gallegos son muy listos y los vascos no cargan con bombas a todos lados, ¡ah! y no todos los españoles se llaman Venancio.
Estoy aprendiendo a hablar español
15 apropiadamente. Lo que me cuesta trabajo es la pronunciación de algunas expresiones, como exhalar aire por la boca haciendo vibrar los labios para decir lo que no puedo decir, o hacer un chasquido con la lengua y el paladar para indicar que no sé que decir pero que voy a decir algo. Ya lo iré perfeccionando con el tiempo.
Bueno, tengo que irme a terminar mi tarea. Estamos en fin de semestre y tengo que apresurarme a escribir mucho, a razón de unas 5 palabras por minuto, sin levantarme de la silla. Pero estoy muy bien, aunque no sé por qué a veces se me duermen los dedos de las manos, me duele un poco la cabeza, la espalda y hasta el culo. Quizá se debe a los cambios climáticos.
Bueno, les mando muchos besos y abrazos,
su hijo, hermano y/o pariente.

P.D. Este párrafo no dice nada, sólo que quería que el total de palabras fuese mayor, así podrán hacer una evaluación de lo que siento por ustedes en función de la cantidad de palabras que les escribo.
1Tajfel, H. (1981) Human groups and Social Categories. Studies in Social Psychology. Cambridge: Cambridge University Press
2Montero, M. (coord.) Construcción y crítica de la psicología social. Barcelona: Anthropos
3Butler, J. (1999) El género en disputa. Buenos Aires: Paidós
4Se hace alusión al carácter relacional del emisor.
5Ibáñez, T. (1994) Psicología social construccionista. México: Universidad de Guadalajara
6El que pueda leer esta línea no necesita lentes.
7Fernández, P. (1994) La psicología colectiva, un fin de siglo más tarde. Barcelona: Anthropos. México: El Colegio de Michoacán
8Denman, C. y Haro, J. (comp.) Por los rincones: antología de métodos cualitativos en la investigación social. México: El Colegio de Sonora
9No es correo electrónico, significa amigos y amigas.
10“El tiempo es una mentada”. Paco.
11Lytoard, J. F. (1998) La condición postmoderna. Madrid: Cátedra
12Moscovici, S. (1979) Psychologie des minorités actives. Francia: University Presses of France.
13www.bancomundial.org, www.imf.org/external/spanish/index.htm
14Idem
15www.rae.es