sábado, 26 de abril de 2008

Galeano y las ventanas

Con Ernesto y Fidel

-Es como saludar a un viejo amigo -le dije, mientras estrechábamos manos. Una breve sonrisa de sabio colmilludo le surcó el rostro, como rumiando para sus adentros: “otro más de este lado”. Me presenté y algo hablamos sobre mi nombre. Luego firmó el libro y posó para la foto: todo el ritual semiótico-digital de encuentro con un gurú de la era post-modernamente enloquecida, de los mundos al revés.

-A nosotros nos gusta acompañar las palabras con cuerdas y cueros tensados -expliqué, mientras le extendía Luz en las Ventanas. Ese nosotros escondía un revoltijo de andaduras, canciones y palabras compartidas donde él mismo había participado desde la distancia.

-¡Un regalo! -clavó sus ojos en los colores de la superficie. Agradeció el disco con humildad de campesino que recoge lo que ha brotado de la tierra.

Charlamos sobre México, sobre los dolores que le habían confinado al reposo durante todo el año anterior, sobre su reciente y feliz retorno a los senderos. Cuando me alejé, un remolino de personas empezaba formarse en torno suyo, en las manos cargaban libros como pequeñas bestias que iban a ser signadas.

domingo, 13 de abril de 2008

Berlín Bajo los Tilos / Berlin Unter den Linden

Berlín es una ciudad con el rostro surcado por múltiples cicatrices. Andarla, intercambiar las (muy) pocas palabras que se pueden con quienes la han habitado, con quienes la han visto desvanecerse y re-incorporarse, basta para saber que la Historia le ha curtido el cuero y le ha dejado un complejo mapa de suturas. Cuando menos, es escalofriante pararte en una urbe donde se concentran tantas huellas del devenir mundial. Esos arcanos del pasado que contribuyeron a dar forma a la civilización contemporánea, y que hasta ahora sólo había encontrado en las páginas de los libros de historia universal, en las enciclopedias, en los filmes históricos, en vetustas fotos en blanco y negro que recogían la memoria de tiempos pavorosos y extraordinarios.
Un escozor te escala las piernas cuando cruzas la Bebelplatz, el escenario de la legendaria quema de libros durante el régimen Nazi. Las dos Berlín –la del Este y la del Oeste-, con la conciencia aún viva de cuándo estás de un lado y cuándo del otro; los rastros del punto donde se tocaban los dos mundos antagonistas, apenas diferenciados por un muro cuyos vestigios sugieren una fragilidad inofensiva. El fantasma lúgubre de las grandes guerras, la llaga punzante del Holocausto. Aquí la casa de Bertolt Brecht, en aquella esquina el café donde Adolf Hitler paraba todas las mañanas.
Con todo, Berlín impone. No sólo por los grandes palacios y el aire majestuoso heredado del sacrísimo imperio germánico –un esplendor reconstruido desde las cenizas de los bombardeos-, sino también por su organizada estructura, por su fría y calculadora forma de funcionar. Todo a tiempo. Cada cosa en su lugar. Un engranaje que traslada a la dinámica citadina la buena fama de la tecnología alemana. Para un mexicano de mi calaña es inverosímil constatar que no hay control alguno para usar el transporte público (metro, chámion, tren, lo que sea), los accesos están abiertos sin ningún tipo de regulación; se confía en que cada cual pagará la cuota que le corresponde –claro, si tienes la mala suerte de que pase por ahí un supervisor y no tengas a la mano el comprobante correspondiente, no te quiero contar la multa que te espera-.
El clima cultural también apabulla. Aura cosmopolita. Museos surtiditos y bien provistos. Músicas. Esculturas. Vastas bibliotecas. Amplios edificios ocupados (tomados) por artistas y bohemios con sensibilidad de metrópoli esquizofrénica. La sabia tradición de permitir que la gente beba en paz por la calle. La despierta vida nocturna que desvela a la ciudad, las luces que se multiplican a lo largo de la superficie del Spree.

viernes, 11 de abril de 2008

Cap de Creus

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Aquí habitó el mar / Aquí se alojó como una sábana inquieta y densa / escondió sus joyas / estableció el Reino de sus Profundidades/ decretó salobre silencio / Aquí el mar fundó sus privadas habitaciones / se hospedó con todos sus seres multiformes / Justo aquí / debajo de este pie / el mar anidó… apenas ayer / En esta roca /esta cumbre / este castillo de piedra marina y alga terrestre / este desierto pleno de recuerdos acuosos / este paraje donde se han cosechado todos los estados de la materia / Hay regados por todas partes rastros y cicatrices / Es posible imaginar que manan peces de la piedra que corona la montaña /
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El mar trazó la gramática de este cerro con su puño y letra / le heredó su hidrografía / el cauce hondo e iracundo de sus corrientes que hora es transitado por el viento / Mediterráneo es el perímetro / el contorno son las aguas que hace poco le inundaron / Este pedazo de tierra permanece seco y firme como una palabra / como una palabra al fin pronunciado por ese mar que sigue rumiando sus adentros al costado / Las piedras son también palabras / y letras / y sílabas / En este terreno el mar ha escrito su novela / la ha brotado a superficie para que se lea / para que se ande / y se sepa la historia de
su infinito devenir /