sábado, 24 de noviembre de 2007

El poder del discurso I


La ilusión de los las opciones terminantes

Yo vivo a unas cinco cuadras de la Torre Agbar. Es una especie de enrome pene erecto con una estilización y unos colores que de noche lucen como bordado lumínico que hace las veces de preludio urbano al paisaje del mar. Allí, presuntamente, operan empresas que tienen intereses financieros y comerciales en los suelos y en las aguas sudamericanas. Justamente a este tipo de empresas hicieron referencia los presidentes latinoamericanos en la Cumbre Iberoamericana. No es novedad que los países industrializados han saqueado sistemáticamente los recursos de los países más pobres. No es novedad que esto sigue sucediendo, con mayor o menor resistencia. Quizá lo menos trascendente de este encuentro haya sido el exabrupto del rey. Quiero decir que me parece cuando mucho gracioso escuchar la bronca infantil de una figura heredera de una tradición rancia y agonizante cuyos vestigios quedan cada vez más en forma de ornato. Eso sí: resulta una perlita que los poderes mediáticos pulen a través de la repetición compulsiva de una escena de 30 segundos y los consecuentes discursos en torno a ésta. Éstos precisamente, los discursos vertidos, son los que dan cuenta del verdadero problema subyacente. Los discursos tienen la facultad de hacer (a)parecer el magma de los eventos como realidades definidas, como situaciones claras y sencillas, con contornos bien delimitados, que dividen entre los políticamente correctos y lo incorrectos, entre el populismo y el imperialismo yanqui, el capitalismo y el socialismo. Los discursos son el campo predeterminado e hiper-fertilizado donde se espera que echemos raíces y tomemos una posición (que nos es dada). Cada discurso es tan arbitrario como el significado de una palabra y al mismo tiempo es un contenedor de posibilidades para que cristalicen proyectos, identidades, posturas que configuran la realidad en que nos movemos. Aquí reside el poder de la palabra como arma de manipulación y también de emancipación. Los discursos construyen, reproducen, transforman. Ante la imposibilidad de prescindir de ellos, nos queda el recurso de la criticidad. Por eso que no nos vengan con cuentos de que esto es (sólo) de este modo o del otro. Cuando las cosas se polarizan, pareciera que todos los matices y las figuras más complejas o divergentes para abordar el asunto no tuvieran posibilidad de existencia. Y entonces nos cooptan un mundo de alternativas y de acciones. Cuando Bush se disponía a emprender su cruzada contra el terrorismo dijo bien claro al mundo y a los pueblos: “están con nosotros o están con ellos”. Como si no hubiera un cosmos de posibilidades, de posturas, de discursos, fuera de esa dicotomía castrante. Esta polarización discursiva es la que caracterizó las reacciones que pude observar ante el debate suscitado en la Cumbre. Cada uno con su banderita, bien fajado, con “la camiseta bien puesta”. El sup escribió alguna vez que cualquier opción terminante es una trampa. En mi caso, resulta evidente que estamos atrapados en medio del fuego cruzado entre posturas totalizadoras que, entre cosas, cojean de varios lados. O ¿tú qué opinas?
Mientras tanto, dejo un par de vínculos donde se encuentran otras miradas sobre lo ocurrido, Al menos con diferentes lógicas de edición y opinión. Aquí también se observan planos de discurso que dan mucha tela pa cortar.
�Qui�n fue el responsable del incidente entre Ch�vez y el Rey de Espa�a? Duraci�n: 13:23 http://www.cubainformacion.tv/index.php?option=com_content&task=view&id=2625&Itemid=86
Ch�vez: �Qu� sabe el rey Juan Carlos sobre el golpe en Venezuela? Duraci�n: 1,00,23 http://www.cubainformacion.tv/index.php?option=com_content&task=view&id=2626&Itemid=86

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